Herencia cultural
Existe una memoria en el hombre, tomada a través de una herencia generacional (cultural), en la que sin cuestionarnos, de forma muy poco consciente, nos conduce a vivirnos en la competencia, en una lucha por la que nos debatimos en modo constante por no convertirnos en mal, en peor, en el último.
Esto justifica la competición, la exigencia, a la vez que justifica también la visión de un mundo hostil y manipulador en el que tienes que estar a la altura, demostrar ser mejor.
Frustración, miedo, impotencia, agresividad, lucha, insatisfacción, irritación… tristeza.
Herida del Hombre sensible
¡¡¡Existe además otra herida que es consecuencia de la de arriba!!!
Muchos hombres hoy se han decantado, como en un movimiento interno de caída, en una especie de compensación resignada por haber hecho algo malo, hacia una energía sensible que parte, como punto de inicio, de la negación de lo masculino herido por tanta agresividad.
Sin darnos cuenta es como si hubiéramos apagado de un soplido la llama de una vela.
Al apagar el fuego (gesto interno devastador) hemos caído en una profundidad emocional que se convierte en un hondo pozo en el que nos sentimos perdidos al no encontrarnos en nuestro medio natural.
Una excesiva sensibilización que nos lleva a sentirnos sumisos, incapaces, creyendo profundamente en que hay algo negativo en el simple hecho de ser hombre.
Cero energía, ahogo emocional, ansiedad, sin dirección vital, este hombre se deja llevar adaptándose al curso emocional del otr@.
¿Te toca?
Si te sientes identificad@ en lo que cuento, te apetece profundizar y, lo más importante, transformar tu energía masculina en algo valioso… ponte urgentemente en contacto conmigo 
618 398 243
Es vital re-encontrarnos en una sana masculinidad 
